El microchip es un receptáculo de cristal que contiene una cápsula electromagnética y numerosos «chip» de silicio.
Cuando se transmite una señal de frecuencia al microchip, la espiral de su interior genera una corriente eléctrica -un efecto que fue descubierto por Michael Faraday hace muchos años- que se utiliza para conducir el circuito del «chip» de silicio, y transmite una señal de 64 bits.
La señal puede ser captada por un receptor que se instale en un edificio inteligente. Mediante un ordenador, puede reconocer el código, que es único, e identificar al individuo en cuestión.
En el caso de microchips instalados en animales, encontramos que la memoria del dispositivo electrónico permite almacenar un código de 16 números que combinados entre sí dan una posibilidad de 30 Trillones de combinaciones, lo que significa que cada microchip es único y no tiene posible duplicidad.
El microchip es pasivo, es decir que no emite ninguna señal por sí solo y no lleva dentro ninguna batería para su funcionamiento. Esto lo hace un sistema de identificación permanente.
También se estudia la aplicación directa de los circuitos, sin cápsula. Sin embargo, parece ser que los chips introducidos directamente en un organismo no sobreviven más de una semana. A partir de entonces empiezan a deteriorarse.
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